29 septiembre 2011

Say when

Salgo de mi casa, me pongo los cascos y echo a andar.
La melodía rige mis pasos, mi estado, mis latidos.
Ando, ando, sin parar, sin tener ninguna clase de límite.

No quiero parar, eso significaría tener que ocupar mi mente con otra acción, lejana a la realidad.
Volver a lo primitivo, a lo salvaje, mi forma de volar a lugares soñados por mi yo más inocente.
Sólo andar...querer ir más allá de lo conocido, de lo ansiado, de lo jamás imaginado.
Querer perder la sensación de tiempo y espacio, mecerte por el viento, cualquier sensación que te cree un sentimiento de desaparecer.
Sensaciones imposibles de lograr, utopía del ciudadano, realidad de los sueños.
Sentirte empequeñecer a cada paso que das, más débil, más humano.
No quieres eso, quieres sentirte fuerte, subir, ser lo que no eres, ser como finges ser delante de los demás.
Pequeño, realmente pequeño es tu espirito, tan marcado de heridas, tan destrozado por golpes.
Momentos de rabia, de impotencia, de querer y no poder, querer volver al pasado, pero a la vez dejar todo atrás, extrañar y la necesidad de olvidar.
Sentir que tienes todo, pero en el fondo, saber que te falta por rellenar algo, vacío y quizás con miedo, estar despedazado por dentro, y no poder expresarlo por miedo a fallar.
Querer gritarlo todo, expulsar tu dolor, decir lo que sientes, pero no decir nada, tener miedo a las reacciones, a lo que significará darle sentido a todo lo que te ofusca, pero sobretodo, a decepcionarte, a ver como, después de tanto esfuerzo, después de luchar tanto, volver a caer de nuevo, en la misma trampa de siempre, en la cual, por más que la veas, por más que la quieras evitar, siempre estará, hasta que consigas desaparecer      .Volver a empezar de cero, todo nuevo, sentimientos, rutina, personas, una nueva vida.

22 septiembre 2011

Cigarettes

Una pequeña habitación, en penumbras, sin vida.
Tú, allí dentro, sintiéndote diminuta, invisible, te consumes.
El humo que aspiras penetra por tus orificios y le permites que divague a su aire,
cada una de las partículas que le componen te llenan y liberan.
Inclinas la cabeza atrás y lo dejas todo salir.
Todas esas sustancias malignas que lo componen te rodean, abrazan y asfixian,
tus preocupaciones parecen pasarse durante un rato, se está bien así.
Mis labios realizan los más dulces movimientos para dejar ir al humo, un humo que forma las más
extrañas formas jamás imaginadas.
El humo, huidizo, comienza a expandirse por toda la habitación, creando una atmósfera cargada y
espesa. No consigo ver con claridad el final de la sala.
La niebla comienza a mostrar una pequeña sombra, ¿humana?, no lo creo, ¿producto de mi imaginación?
Posiblemente.
Apoyo las manos en el suelo, está mojado, oigo agua correr al otro lado de la puerta; ¿acaso alguien se encuentra fuera de la habitación?
Por un momento pienso que alguien puede sacarme de aquí, salvarme, pero,
realmente sigue sin importarme, yo solo quiero que el humo me abrace y asfixie.