28 marzo 2012

Wake me up when september ends

Las 3 de la mañana, tormenta y sin poder dormir, algo ya habitual en su rutina diaria, pero aún así igual de irritante.
Por más vueltas que daba, por más que su cuerpo le pidiera descansar, su mente se mantenía activa, impaciente por pensar. Se gira a la derecha, su cuerpo se estremece, necesita dormir.
Sus manos situadas en su pecho comienzan a despertar, recordando el tacto de ella, la echaba de menos. Tal vez fuera ese el motivo por el cual no dormía, tantas noches en compañía y de repente la soledad, había sido un gran cambio para él.
Aún recordaba cuando en noches como estas, ella le daba la espalda y sentía como daba pequeños movimientos a cada trueno por el miedo, y aún así, ella seguía manteniéndose en su posición, sin acercarse a él, con tal de no dejar de lado su orgullo. Siempre acababa acurrucada en su pecho y brazos dormida cuando a rastras la atraía hacia él.
Primer bostezo, parecía que tal vez si que podría dormir esta noche, se vuelve a girar y se pone boca abajo. Esa postura siempre le había gustado a ella, debido a que no podía crear resistencia alguna cuando ella se subía encima de él y comenzaba a hacerle cosquillas o a pasar sus pequeñas manos por su espalda. Siempre recordaría como una noche aguantó la risa y del aburrimiento se quedó dormida encima suya y abrazándole.
Cuantos años había pasado desde entonces y aún la seguía recordando así, tan pequeña, tan orgullosa, tan bonita como sólo ella podía serlo. La echaba mucho de menos.
No se en que momento pasó por su mente la idea de irse, ni como llegó a pensar que sería algo bueno para ambos. Ella tan lejos y yo aquí, sin saber que hacer ni sentir. Daría lo que fuera por acariciarle tan sólo una vez más, por al menos ver una de esas sonrisas, que hacían que estuviera embobado durante todo el día, solamente pedía eso, volver a verla una vez más.
Ya cansado se pone boca arriba, mira la hora, las 6.30 de la mañana, definitivamente ya no dormiría, se levanta para comenzar su rutina, coge el móvil, tiene un nuevo mensaje: 'te echo de menos'.

19 marzo 2012

A thousand years

Había una vez una chica.
Una chica huidiza, que siempre intentaba esconderse, no destacar, una chica, que quería ser lo más pequeña posible, para no llamar la atención. Acostumbraba a caminar sola, sin compañía, siempre con unos grandes cascos al cuello, y su cuerpo oculto tras capas de ropa; una cara bonita, pero marcada por la tristeza y por la soledad. Ella no quería nada, sólo que la ignoraran.
Todo aquel que alguna vez la hubiera visto, había sido allí, donde ahora la veo yo, en una roca sentada frente al ancho mar, con un cigarro en la mano, y los cascos puestos. Sus ojos, atormentados, se perdían en el horizonte sin que nada los interrumpieran. Parecía tan frágil.
Da una calada al cigarro, sus manos tiemblan al dirigirlo a sus labios, labios rojos y desgarrados.
Esa chica no creía en nada, ya fuera bueno o malo, porque su corazón ya no le permitía confiar.
Fumaba para pasar el tiempo, para dejar pasar todo ese tiempo que le sobraba y no quería. Las mangas de su blusa cayeron hasta sus codos a la siguiente calada, marcas de dolor se clavaban en sus brazos. Parpadea, lágrimas caen de sus ojos, sus facciones se encogían de dolor, a cada lágrima. 
Me moría por ir, por ayudarla, por hacerle sentir que no estaba sola, decirle mil palabras de amor al oído, prometerle que conmigo sería feliz, pero no puedo, porque yo soy el culpable de sus tristes facciones, de su alma desolada.
La abandoné contra todo, preferí echarla de mi vida a pesar de todo lo que suponía hacerlo, y este es el resultado. Maté por una de sus sonrisas, fui el más dichoso del planeta cuando ella con sus dedos recorría mi espalda cada mañana al despertar, sus ojos. Fui tan estúpido.
Y ahora la vuelvo a ver, tan bella como siempre, pero más triste que nunca. No sé como fui capaz de quitar lo mejor que he tenido nunca, lo único que llegué a amar, lo único que me hizo ser feliz. Daría cualquier cosa, por volver a oír su voz en mi oído recitándome poemas de amor, o abrazarla cuando se asustaba con tonterías.
En este momento, se acaba de acercar alguien a ella, creo que es la primera persona que se le acerca desde lo que pasó. Es un chico. Le tiende un pañuelo, y le sonríe cálidamente, ella, aún llorando, suaviza sus facciones. Se sienta a su lado y la rodea con un brazo, ella se ríe por alguna broma o tontería que habrá dicho el chico. Por primera vez veo un atisbo de felicidades en sus ojos, por primera vez creo que no servirá pedirle perdón, creo que por primera vez un beso no lo arreglará todo, creo, que definitivamente, la he perdido para siempre.

15 marzo 2012

Gonna get over you

Decir adiós es difícil, y más cuando no se quiere, pero a veces, sólo a veces, eso es bueno.
Millones de posibilidades por ver, por vivir y por sentir se muestran a tu disposición.
Comerte el mundo a pesar de las dificultades que te presenta el mundo día a día, ser fuerte, sonreír y no callar.
No hagas caso de aquel que te hace daño, el que, te dice que te quiere, pero no le gusta como eres.
¿Qué estás loco?, ¿y?, así has nacido, nadie puede decirte que es lo que tienes y no que hacer.
Quiérete por una santa vez, ¿qué importa pesar un kilo más o uno menos?, ¿no eres rubia y no te gusta?, ¿tienes los ojos azules y te aburre?, ignóralo todo.
Algún día te darás cuenta de lo que ahora, una humilde servidora, que nada es perfecto porque tú no quieres, que puedes sonreír a pesar de todo lo que te pase.
Vive, aunque sea duro, disfruta de lo que puedas, siempre habrá momento malos, pero el pequeño truco, está en saber sobrellevarlos.
Pero para ello, pequeña princesa, sólo te daré un consejo, no creas que estamos en un cuento de hadas, esto es la vida real, así que, deja de esperar al príncipe azul que te salvará del malvado caballero, porque en ocasiones, el príncipe destiñe, y el caballero sólo trataba de ayudarte.
Comienza a hacer las cosas por ti, se egoísta, sueña con todo lo que siempre has querido, que nadie te frene, que nadie te diga que no puedes, porque si, si puedes.