30 diciembre 2011

Holocene

Hay algo, que, aunque ridículo, ha sido demoledor en mi vida,
no en el mal sentido, sino en el mejor de ellos.
No hablo de amor, ni de amistad, ni de nada similar, es algo que va más allá de lo que se y he visto en mi vida.
El gran problema del mundo, las apariencias, el engaño, el no conocer a una persona tanto como nos gustaría porque nos echa atrás su forma de expresarse, su tamaño, sus ojos.
Es una sensación extraña la que vivo desde hace poco, es algo que, no se muy bien como definir, pero no me arrepiento en nada de lo que se ha convertido para mi.
Letras en la pantalla, peticiones, carcajadas hasta que te duela el estómago, decir tonterías y sentir que hay alguien ahí, que no estás solo, que alguien te comprende.
Sentado tras el escritorio, sin conocer nada de lo que es él en si mismo, alto o bajo, delgado o gordo..., que no te importe nada de eso, porque sabes que siempre va a estar para escucharte, para ayudarte, para hacer que se te olviden los problemas.
Aquel, que desinteresadamente, se preocupa por mí, que busca tu bienestar por encima de todo y que intenta siempre que no dejes de sonreír, que no dejes de ser tú, no caer en los mismo errores del pasado.
Es el ser más maravilloso y bueno que he conocido nunca, nunca lo he visto, ni él a mi, pero es como si toda mi vida lo hubiera conocido, sus pensamientos y como se siente.
Hacía mucho que no sentía un sentimiento tan bonito por alguien, eso de que, me sienta arropada en cualquier lugar porque sepa que está ahí, es una sensación que creía haber perdido en mi vida del pasado, y que nunca, volvería a encontrarla a mi lado.
No le gustan los agradecimientos, no permite que te disculpes, que te infravalores y que le alabes, porque su tozudez no se lo permite, pero, su vista del mundo, su forma de pensar, de actuar, de ser tan grande y su alma la de un niño pequeño, son cosas que no cambiaría por nada del mundo.
Se ha convertido en algo que nunca pensé, pero que, en estos momentos, no quisiera que se fuera por nada del mundo.

Siempre tuya,

© Littledormilona


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