14 agosto 2012

Wonderwall



Abre los ojos asustada, no sabe dónde está, no sabe que es lo que pasa, sólo que no está en casa.
Siente un nudo en su garganta, no puede reaccionar, pensar, menos hablar.
Todo es oscuridad, palpa las paredes buscando un escape pero no lo encuentra, está encerrada.
Su corazón palpita demasiado fuerte, asustado, ¿cómo ha llegado a pasar esto?.
Se echa a llorar y su llanto se transforma en puros gritos de rabia, se levanta y golpea paredes, la ira la envuelve y la convierte en un torrente de puro dolor. Sus labios rojos e inflamados, bajo la presión de sus dientes, luchan por gritar algo que nunca será.
Cae al suelo de rodillas, abraza sus piernas y se crea el silencio.
Siente como está sola, como nada puede salvarla, como su vida desaparece. No hay salida, no hay más vida. Cierra los ojos y duerme.
Despierta entre hojas de otoño, que crujen a cada movimiento suyo, se incorpora y lo ve todo claro, como si todo lo que le rodease produjese luz propia. Un lago, árboles por doquier, animales salvajes corriendo de un lado a otro, el paisaje perfecto para un cuento de hadas.
Corre, salta, rueda entre las hojas y sonríe, sólo había sido una pesadilla, sólo eso, no estaba encerrada, no era presa de un lugar sin salida, era libre.
Ríe a carcajadas, debía de haberse dormido en aquel maravilloso paraje, oye que la llaman, se gira y le observa, ahora recordaba que hacía allí, corre hacia él gritando su nombre sonriendo, salta para abrazarlo y despierta.
Sigue en la misma habitación cerrada sin salvación, nada ha cambiado, nada puede cambiar, sólo fue un sueño, un dulce sueño, que deja al dueño de este con la miel en los labios y con un dolor en su pecho mayor de antes de tenerlo.
Todas las noches lo mismo, tanto tiempo y sigue pasando lo mismo, despierta rodeada de soledad que no la abandona, harta de esa vida, harta de esa cama, harta de no poder más, harta de necesitar salir y no poder.
Sólo quiere que eso termine cuando antes, se vuelve a acurrucar en una de las esquinas de la habitación, cierra los ojos y vuelve a su mundo de sueños, del que no quiere volver jamás.

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